El heteropatriarcado es una estructura que da forma al modo de producción capitalista, y el modo de producción capitalista da forma al heteropatriarcado que le es funcional para asegurar y estabilizar el régimen de acumulación. En este sentido, el reconocimiento que el feminismo como movimiento ha obtenido dentro del Régimen del 78, encuentra como premisa esencial no sobrepasar ciertos márgenes en los que el feminismo adquiriría características revolucionarias.
El heteropatriarcado es una estructura que oprime a “la mujer en general”, sea cual sea su clase social, y mientras no se resuelvan cuestiones fundamentales en el terreno de los derechos democráticos fundamentales, el avance de las posiciones socialistas revolucionarias y comunistas dentro del feminismo, encontrarán importantes dificultades, pues no estallarán y agudizarán las contradicciones de clase.
Consideramos reaccionarias las posiciones dentro de sectores que se dicen comunistas, otorgan a la lucha contra el heteropatriarcado una dimensión sectorial o secundaria, o que caracterizan al feminismo como un movimiento “burgués” o “pequeño-burgués”, sin entender que la lucha por la igualdad entre la mujer y el hombre, forma parte esencial de la lucha por el socialismo.
El que mujeres muy jóvenes, incluso adolescentes, hayan accedido a la militancia política a través del feminismo, refuerza la lucha hacia el socialismo e implica mejorar las correlaciones de fuerzas frente al bloque en el poder. Estas mujeres, desde espacios mixtos o propios, inevitablemente comenzarán a identificar las diferencias en función de la clase social y la unidad de lucha contra el heteropatriarcado y el capitalismo, hacia una alternativa socialista.
En este sentido consideramos de especial relevancia en nuestro marco nacional vasco-navarro, el surgimiento de una línea socialista entre las mujeres proletarias más jóvenes, que apunta hacia un vector en el que ser comunista, siendo mujer u hombre, implica no sólo acabar con el capitalismo, sino también con el heteropatriarcado.
Cuando la emancipación de la mujer haya dejado de ser “política sectorial” dentro de las organizaciones comunistas y adquieran entidad propia incluso para los hombres, definitivamente el movimiento comunista estará en condiciones de ser un espacio seguro, cómodo y eficaz para la militancia de las mujeres y aumentará su presencia, frente al “machismo-leninismo”.
Este pasado 25 de Noviembre, incluso bajo las limitaciones de la pandemia, el movimiento feminista ha vuelto a dar muestras de su fortaleza y también de sus contradicciones crecientes, que sólo serán resueltas en la lucha y en los avances frente al heteropatriarcado. También mostramos preocupación por la ofensiva ideológica reaccionaria que ha lanzado la derecha y la ultraderecha, en defensa del heteropatriarcado, pues se ha reforzado en términos tanto cuantitativos, como cualitativos.