DOCUMENTO «BERPIZTU»

hg1-copia1-EUSKAL HERRIA, MARCO NACIONAL DE LUCHA DE CLASES

Euskal Herria es producto de una historia propia y de un desarrollo del modo de producción capitalista específico, que la definen como nación. El antagonismo entre capital y trabajo, contradicción principal y determinante de cualquier sociedad capitalista, asume en Euskal Herria unas características heterogéneas respecto a otras realidades nacionales y/o estatales.

La propia estructura de clases, con sus fracciones y grupos, las correlaciones de fuerzas existentes, la presencia de diferentes formas de conciencia nacional, de identidad y la realidad institucional de Euskal Herria, integrada en dos marcos estatales, configuran las formas de desarrollo de la lucha de clases y, por ello, la forma en la que debe ser reconstruida la alternativa socialista en Euskal Herria y la estrategia revolucionaria para la consecución de la República Socialista Vasca.

2- LA REPUBLICA SOCIALISTA, OBJETIVO REVOLUCIONARIO

La República Socialista Vasca es el régimen político en el que el poder popular se organizará institucionalmente en el ámbito de Euskal Herria, tras una fase en la que la clase trabajadora vasca asume su condición de sujeto político hegemónico para impulsar una transformación política, económica e ideológica hacia el socialismo.

La República Socialista Vasca es la forma en la que la clase trabajadora, en alianza con los sectores populares, definen soberanamente su organización institucional para construir el socialismo y la relación con otros marcos nacionales/estatales, bajo el principio de la autodeterminación de la clase trabajadora.

3-EL SOCIALISMO, ES LA UNICA ALTERNATIVA

No hay más alternativa al capitalismo y al patriarcado que el socialismo. Sólo en el socialismo es posible superar el conjunto de opresiones existentes. Sólo con un régimen socialista, la democracia puede asumir su verdadera condición de poder popular e impulsar medidas de plena igualdad entre hombres y mujeres. Sólo con el socialismo puede tener cabida un sistema económico en el que no exista el desempleo y la precariedad laboral y que el desarrollo de las fuerzas productivas sea planificado racionalmente, tanto para preservar el equilibrio ecológico, como para una repartición equitativa de la riqueza. Sólo con el socialismo, pueden ser garantizados derechos sociales fundamentales como derecho a un empleo digno, a una vivienda, a una educación, a una sanidad gratuitas, universales y de calidad.

4-SIN REFERENTE COMUNISTA, EL SOCIALISMO NO PUEDE SER ALTERNATIVA

La clase trabajadora tiene que tomar conciencia de que sólo el socialismo es una alternativa liberadora; la clase trabajadora debe reconocerse en el socialismo como sujeto político e ideológico. Sin esta fusión no es posible transformar las correlaciones de fuerzas e impulsar una transformación social que supere el marco explotador, opresor y dominador del capitalismo y el patriarcado.

El marxismo-leninismo es la forma en la que el movimiento comunista, desarrolla una relación dialéctica con las masas, mediante una teoría y una praxis adecuadas a cada contexto y coyuntura concretas. Esta relación se desarrolla interviniendo en los diferentes ámbitos donde las contradicciones entre capital y trabajo se manifiestan, dotando de unidad y coherencia a las diferentes luchas, desarrollando organizativa, ideológica y políticamente a la clase trabajadora.

De manera simultánea, el movimiento comunista se refuerza organizativa y políticamente, interviniendo y aplicando su línea política en el frente de masas, alcanzando el mayor grado de consenso y de legitimidad entre la clase trabajadora, reconstruyendo críticamente la memoria histórica de lucha de los comunistas, con sus errores y aciertos.

5- RECONSTRUIR EL MOVIMIENTO COMUNISTA, TAREA PRIORITARIA

Desde que HERRI GORRI se constituyó como organización intentó, con mayor o menor éxito, pero siempre desde la honestidad y la transparencia, promover un proceso de convergencia entre los diferentes colectivos y organizaciones comunistas presentes en Euskal Herria.

Si, sabemos que el Movimiento Comunista es débil, se encuentra fragmentado, sumido en el sectarismo y acosado por el ultraizquierdismo. En el caso de Euskal Herria tenemos además el problema del nacionalismo, que sostiene y alienta la fragmentación de la clase trabajadora y ha infectado al socialismo con las enfermedades del interclasismo, “conciencias nacionales de clase” y de independentismo incondicional.

Pero el problema fundamental del Movimiento Comunista es la ausencia de una línea política coherente bajo la forma de un programa con unos objetivos y unos planteamientos con los que las masas puedan identificarse y que de manera simultánea, posibiliten en torno a su definición y gestión, un proceso de convergencia entre los diferentes colectivos comunistas, que tengan voluntad real de reconstruir un movimiento revolucionario, en la línea de construcción del Partido Comunista de Euskal Herria.

6- EL REGIMEN DEL 78 COMO CONTEXTO Y COYUNTURA

El Régimen del 78 configura la estructura política, económica, ideológica e institucional que somete al conjunto del Estado español, a la lógica del capitalismo y el imperialismo. Definirlo como un “régimen fascista”, no consideramos que sea analítica y conceptualmente correcto, pues aún manteniendo un hilo de continuidad con el régimen fascista, fue desarrollada una reforma que desembocaría en una democracia formal burguesa. Lo que por supuesto, no significa que no se hayan aplicado medidas y actuaciones propias de estados fascistas, como terrorismo de estado, “guerra sucia”, legislaciones autoritarias y recortes de derechos y libertades fundamentales.

Los regímenes políticos son producto de la lucha de clases, de las correlaciones de fuerzas existentes y de la combinación de la actuación de los aparatos represivos e ideológicos, para establecer unas condiciones sociales necesarias para la reproducción del capitalismo. Aún reconociendo que la democracia formal surgida de la reforma del franquismo, era de base una democracia restringida con, para empezar, una jefatura monárquica del estado impuesta, lo cierto es que logró estabilizar un sistema de amplios consensos y un bloque histórico de fuerzas políticas y sociales.

La crisis del modelo de acumulación del 2008, abrió una fase en la que el bloque en el poder, puso en marcha los mecanismos que tradicionalmente ha utilizado el capital para recomponer las tasas de ganancia tras los períodos de crisis: desvalorizar la fuerza de trabajo y el capital, aumentar la explotación, concentración y centralización de los capitales y utilizar el desempleo como factor de contención de los salarios. Los recortes de derechos sociales y laborales, la progresiva precarización del empleo, los recortes en la sanidad, la educación… generaron una agudización de la lucha de clases, frente a la cual el Régimen del 78 tuvo que blindarse política, represiva e ideológicamente, asumiendo unas características cada vez más autoritarias, con leyes contra la libertad de expresión, manifestación y la oposición al sistema, con actuaciones represivas limitadas, pero que instauraron el miedo como recurso político por parte del poder. De igual forma, la ideología dominante ha impulsado el individualismo, la atomización y la ruptura de los más básicos mecanismos de solidaridad social, como estrategia de consolidación del poder.

El aumento de la pobreza relativa y absoluta entre amplios sectores sociales, altos niveles de desempleo, incremento de las desigualdades sociales, en un contexto de crisis en el que la depauperización de la clase trabajadora, era inversamente proporcional a los beneficios de la oligarquía, generaron importantes contradicciones de clase, con movilizaciones populares cuantitativa y cualitativamente significativas. Pero el Régimen del 78 gestionó y estabilizó la situación, ante la ausencia de una estrategia de transformación social con capacidad de presentar una alternativa política, económica e ideológica de ruptura democrática. Podemos señalar el año 2014, como el momento en el que las movilizaciones populares, comienzan a experimentar un reflujo, provocado tanto por la ausencia de victorias significativas, aunque fueran parciales y sobretodo, por el encauzamiento del malestar social existente hacia el institucionalismo y la socialdemocracia.

En el caso de Euskal Herria sur, la crisis y la posterior ofensiva del capital, no tuvieron un efecto tan acusado como en el resto del Estado español. Aumentó el desempleo, la pobreza relativa y absoluta, la precarización y los recortes de diverso tipo, pero en un grado mucho menor, lo que de facto significó para el PNV, una legitimidad adicional a su gestión y cumpliendo con su función de aparato político-institucional en el ámbito de la Comunidad Autónoma Vasca del Régimen del 78. La combatividad del movimiento obrero en Euskal Herria y su capacidad para mantener unas correlaciones de fuerzas más favorables frente al capital, han sido los que han contribuido a que la ofensiva del capital no haya podido aplicar su programa máximo contra la clase trabajadora estos años. Esta memoria de lucha, de resistencia y de combatividad obrera, no debe perderse ni dejar que el nacionalismo reaccionario la borre de la conciencia colectiva obrera. La organización y la lucha, es la que determina las correlaciones de fuerzas entre opresores y oprimidos.

7- EL MARCO NACIONAL Y COMO PLANTEAMOS LOS AMBITOS DE INTERVENCION

En HERRI GORRI, hace tiempo que abandonamos el concepto de “Marco Autónomo de lucha de clases” para definir la realidad nacional de Euskal Herria. Es un marco de lucha de clases, es nacional, pero desde luego no autónomo, ni mucho menos. Tampoco hemos comulgado con la caracterización de Euskal Herria como una “colonia”, algo absolutamente alejado de la realidad.

A efectos de clarificación, presentaremos algunas premisas que se tendrán en consideración en nuestra línea política:

a) El marco nacional de Euskal Herria, se encuentra integrado en dos marcos estatales (español y francés) que sobredeterminan la dinámica política, económica, ideológica e institucional y la propia caracterización de Euskal Herria como marco de lucha de clases.

b) Consideramos que en el contexto en el que nos encontramos, Iparralde y Hegoalde, tienen realidades políticas y sociales diferenciadas, como para plantear una línea política común efectiva, de avance hacia el socialismo y la autodeterminación. El marco nacional vasco integrado en el Estado español (Hegoalde) es el ámbito de intervención política del Movimiento Comunista de Euskal Herria, en la presente coyuntura.

c) Por tanto, el objetivo de la República Socialista Vasca, tiene como anclaje territorial Hegoalde, lo que implica de manera necesaria asumir que el Régimen del 78 es la estructura de poder capitalista y patriarcal que somete al proletariado de Hegoalde.

d) El Régimen del 78 es el vigente en Hegoalde, estando sus instituciones integradas en su legalidad constitucional y reproduciendo el sistema de capitalismo, de integración en el marco imperialista de la Unión Europea y de la OTAN.

e) Frente al nacionalismo revolucionario y sus derivaciones más o menos marxistas, definimos el marco estatal, como necesario ámbito de intervención política frente al Régimen del 78, bajo la premisa de que cualquier avance democrático y de reconstrucción de la alternativa socialista en el Estado español, repercutirá positivamente en la dinámica revolucionaria en Euskal Herria y, de manera simultánea, cualquier avance en Euskal Herria, generará en el conjunto del Estado español también un avance de las posiciones de clase.

f) Frente al nacionalismo reaccionario español y sus derivaciones más o menos marxistas, consideramos que el proceso revolucionario vasco es soberano y el principio de la autodeterminación irrenunciable. El futuro Partido Comunista de Euskal Herria, no lo concebimos de otra forma que no sea soberano para desarrollar su línea política, su política de alianzas y cualquier tipo de coordinación estatal, sería en condiciones de igualdad y bilateralidad. En este sentido deseamos remarcar la experiencia histórica del PSUC de Catalunya, cuya estructura de funcionamiento soberana le llevó incluso a mantener representación propia en el seno de la Komintern.

8- DOS MARCOS DE INTERVENCION Y UN OBJETIVO: LA REPUBLICA SOCIALISTA

La República Socialista Vasca como objetivo revolucionario del proletariado vasco, puede ser alcanzado mediante dos vías que no consideramos antagónicas. De hecho se refuerzan dialécticamente.

En Euskal Herria, puede desarrollarse un proceso soberanista, en el que la clase trabajadora vasca, erigiéndose en sujeto político hegemónico y dirigente, articule un bloque de fuerzas políticas y sociales en torno a una ruptura democrática y un programa de transformación social.

En el marco del Estado español, la quiebra del Régimen del 78, puede dar lugar a un proceso constituyente, en el que la ruptura democrática y un programa de transformación social, asuma de manera inequívoca y democrática, el derecho de los diferentes marcos nacionales del Estado español, a la autodeterminación y promover un proceso de unidad estatal en torno a un Estado socialista confederado.

En cualquiera de los dos casos, el Movimiento Comunista de Euskal Herria tiene ante sí su propio proceso de reconstrucción organizativa y de impulsar una transformación de las correlaciones de fuerzas existentes, en lucha contra los diferentes nacionalismos, afirmando la unidad y la independencia de la clase trabajadora en la construcción del socialismo, para lo que la referencialidad de un Parido Comunista de Euskal Herria, asume una centralidad absoluta.

El Régimen del 78 es la estructura política, económica e ideológica que imposibilita la emancipación de la clase trabajadora y de los sectores populares de Euskal Herria en el socialismo y su forma nacional vasca de República socialista.

Por ello, HERRI GORRI afirma la necesaria articulación del marco nacional vasco y el marco estatal, como espacios de intervención político, ideológico y organizativos, preservando la soberanía del Movimiento Comunista de Euskal Herria organizativa y política, pero buscando espacios de convergencia y unidad con otras organizaciones comunistas del Estado español, mediante una sólida política de alianzas.

9- EL INDEPENDENTISMO ES UNA ESTRATEGIA, NO UN PRINCIPIO INCONDICIONAL

La lucha por el socialismo es la que garantiza la independencia y no al contrario.El proceso soberanista catalán, ha demostrado con toda su crudeza, la imposibilidad de afrontar en el marco el Régimen del 78 y de la Unión Europea, procesos de autodeterminación en condiciones y garantías democráticas, y menos aún independencias nacionales, cuya estatalidad sea reconocida efectivamente. Ya no se trata de cuestionar, para qué o a quién beneficia la independencia, quién lo dirige y si la clase trabajadora se posiciona como clase, y no como “sujeto nacional” de uno u otro lado del nacionalismo, sino de confirmar que se trata de una vía muerta.

Los riesgos que planteábamos en el proceso soberanista de Catalunya, las incertidumbres que nos impedían posicionarnos de manera clara, pese a defender el derecho de autodeterminación y el referéndum del 1 de octubre, se han aproximado bastante a la realidad. El mito, también presente en Euskal Herria entre los sectores independentistas, de que la Unión Europea podría dotar de legitimidad y de legalidad a nuevos estados, imponiéndose incluso al Régimen del 78, ha caído. Incluso bajo la premisa de que el nuevo estado, asumiera los compromisos políticos y económicos con el imperialismo, la Unión Europea y la “comunidad internacional”, implicaría abrir un precedente que supondría la apertura de decenas conflictos nacionales.

De facto la consigna “Independencia y Socialismo”, como caras de una misma moneda, en la que al arrojarla al aire, siempre terminaba saliendo “Independencia”, ha perdido su vigencia, no en un debate teórico-político, sino por la realidad.

La independencia en este contexto, sólo puede ser viable con una ruptura revolucionaria con el imperialismo y con los sectores que dentro del marco nacional amparan, gestionan y representan al capitalismo y al imperialismo. Es decir, la independencia sólo puede asumir la forma de una autodeterminación socialista, en la que de manera previa, se hayan transformado radicalmente las correlaciones de fuerzas.

Otra cuestión importante es determinar si un marco nacional como Euskal Herria sur, incluso con unas correlaciones de fuerzas a favor de la construcción del socialismo, sería sostenible económica y financieramente.

10- CONDICIONES PARA UN PROGRAMA POLITICO

En la coyuntura en la que nos encontramos, cualquier propuesta de transformación política, sea en Euskal Herria, como en el resto del Estado español, tiene al Régimen post-franquista en frente. Por ello:

a) En Euskal Herria, no hay un proceso soberanista en marcha, ni unas condiciones políticas que, respecto al resto del Estado español, impliquen un avance de posiciones de ruptura democrática, ni una dinámica de lucha de clases, potencialmente revolucionaria. En Euskal Herria, la clase trabajadora, con conciencia abertzale o sin ella, son objeto de una misma opresión por parte del Régimen del 78, como estructura de poder del capital.

b) Por ello, las propuestas programáticas tienen esencialmente como antagonista al Régimen del 78, y sus aparatos políticos, ideológicos y represivos en Euskal Herria, pero necesariamente también en el ámbito del Estado español.

c) La reconstrucción del movimiento comunista y la formación de un espacio ideológico-político a la izquierda de la socialdemocracia, en cualquiera de sus variantes, son dos procesos que se refuerzan dialécticamente.

d) El programa que planteamos, lógicamente no es el denominado “programa máximo”, para el que no hay condiciones, sino un programa de ruptura democrática y de consolidación de un bloque revolucionario en el marco del Estado español y en Euskal Herria. Este programa, no asume carácter electoral, ni planteamos la formación de este bloque de fuerzas sociales y políticas, como una opción electoralista. El espacio institucional, puede llegar a convertirse en un frente de lucha de clases, pero no en este momento.

11-PROPUESTAS PROGRAMATICAS

1º PROCESO CONSTITUYENTE REPUBLICANO Y CONFEDERAL

Afirmar la necesidad de una ruptura democrática en el Estado español, implica un proceso constituyente para dar forma a un nuevo régimen democrático popular, que necesariamente será republicano y confederal.

Republicano, porque la monarquía, además de ser una supervivencia anti-democrática precapitalista, en el Estado español representa el hilo de continuidad entre el fascismo y el Régimen del 78, sin haber sido en ningún momento refrendado democráticamente.

Confederal, porque el nuevo régimen democrático republicano, reconoce la soberanía de las naciones históricas que lo integran y será decisión de las mismas, decidir el grado de soberanía que cederán en el proceso constituyente y el derecho de autodeterminación será reconocido de manera constitucional. La unidad del Estado español será fundada en la libre unión de las naciones que lo integran.

2º PODER POPULAR, COMO FUNDAMENTO LEGAL Y LEGITIMO DE LA REPUBLICA CONFEDERAL

La República Popular Confederal afronta un proceso constituyente con los objetivos fundamentales de instaurar una democracia basada en el poder popular y desarrollar los instrumentos políticos, económicos e ideológicos necesarios para una transformación socialista, en la que la clase trabajadora y los sectores populares progresistas, mejoren sus condiciones de vida, el bienestar individual y colectivo y las libertades fundamentales. De manera simultánea, a la oligarquía explotadora y opresora postfranquista, se le despojará de su poder político y económico, teniendo los mismos derechos y deberes que el resto de la ciudadanía.

El poder popular se institucionalizará mediante un sistema electoral que sustituirá la representación , por la delegación y todos y cada uno de los cargos del nuevo poder podrán ser revocados.

Se considera necesario crear un Tribunal especial para juzgar los crímenes del franquismo, y desarrollar una recuperación de la memoria histórica a todos los niveles, incluido el educativo.

Las diferentes formas de entender el socialismo, su gestión y su desarrollo, serán garantizadas mediante un poder popular pluripartidista, integrado por aquellas organizaciones políticas que hayan participado en el proceso constituyente, y hayan acatado la nueva legalidad republicana. Las organizaciones y asociaciones enemigas de la construcción socialista, contrarevolucionarias y antidemocráticas, serán perseguidas.

La República Popular asumirá el laicismo como política de estado, eliminando cualquier privilegio confesional y, de manera simultánea, promocionará en el ámbito educativo e ideológico-cultural, el pensamiento racional, científico y materialista, combatiendo el oscurantismo y la superstición religiosos.

La amnistía de los represaliados y prisioneros políticos del Régimen del 78, formará parte del proceso constituyente, que eliminará de raíz las causas estructurales que los llevaron a ser presos políticos.

Refundación de unas fuerzas armadas sometidas al nuevo poder constituyente, y creación de un sistema militar, en el que un núcleo profesional de las fuerzas armadas coexistirá con formas de milicia popular, en el que se garantizará el derecho de la ciudadanía a participar en la defensa del poder popular, de forma que se consolide un proceso de depuración de las fuerzas armadas, de sectores reaccionarios y contrarevolucionarios.

3º LA CONDICION DE CIUDADANIA, CON DERECHOS Y LIBERTADES POLITICAS, IDEOLOGICAS Y SOCIALES.

La República Popular Confederal obtiene su legitimidad y el más amplio consenso de la ciudadanía, eliminando de raíz la pobreza relativa y absoluta, el desempleo y la explotación laboral y convirtiendo los derechos sociales de la ciudadanía, no en mera retórica, como sucede en el capitalismo y las democracias formales burguesas, sino en derechos inalienables.

Sin soberanía política y económica, lo que es lo mismo que afirmar que, sin una ruptura con el imperialismo y la lógica del capitalismo, la República Popular no puede desarrollar los objetivos de emancipación del proletariado y los sectores populares. El bloque en el poder del Régimen del 78, debe ser aplastado por el poder popular constituyente y ser despojados de su poder político, económico e ideológico para asumir su condición de ciudadanos, con los mismos derechos y deberes y las mismas libertades que el resto de la ciudadanía.

-Derechos sociales constitutivos de la condición de ciudadanía

1-Derecho a una vivienda digna, para lo que se creará un parque de viviendas sociales, expropiando el suelo y los inmuebles en manos de inmobiliarias, fondos de inversión o promotoras.

2- Derecho y deber al trabajo, en condiciones que permitan el bienestar material y personal y con la posibilidad de reducir la jornada laboral en función de los incrementos de la productividad generados por el desarrollo técnico-científico. Integración laboral de los ciudadanos con discapacidades, en función de sus capacidades personales. El desempleo será un recuerdo del pasado y el trabajo un proceso de socialización necesario.

3-Medidas legislativas que afirmen el principio de igualdad salarial entre hombres y mujeres.

4-Legislación para posibilitar la conciliación entre vida laboral y vida familiar y ocio, priorizando la igualdad entre hombres y mujeres y estableciendo las condiciones necesarias para que la mujer pueda ejercer con libertad su derecho a la maternidad, sin renunciar a su desarrollo profesional.

5-Reducción de la edad de jubilación a los 60 años y un sistema de pensiones que garantice como mínimo similar nivel adquisitivo y de bienestar material que en la vida laboral.

6-Derecho a una educación gratuita, de calidad y pública, eliminándose la educación privada concertada y dotando a las diferentes naciones del Estado, de libertad para organizar su sistema educativo, dentro de un plan general estatal.

7-Derecho a una sanidad gratuita, de calidad y pública, eliminándose la sanidad privada y convirtiendo la atención médica y los medicamentos como derechos fundamentales ajenos a la lógica del beneficio.

8-Derecho fundamental a los servicios de agua, electricidad, gas, garantizados al margen de lalógica del beneficio.

4ºTRANSFORMACION DEL SISTEMA ECONOMICO AL SERVICIO DEL PODER POPULAR.

No hay posibilidad de desarrollar un sistema democrático, con derechos sociales garantizados, sin pobreza, ni desempleo, en el marco de la Unión Europea y del capitalismo. De manera simultánea, somos conscientes de que alcanzar el socialismo, es un proceso histórico, una nueva fase de lucha de clases, de consolidación de poder popular, en el que la implantación de medidas socialistas, de transformación de la propiedad y de control por parte de la clase trabajadora del sistema económico, coexistirá de manera contradictoria con el capitalismo. Corresponde al poder popular y a la planificación económico-financiera, articular las bases de un sistema viable, soberano y encaminado hacia la consecución del socialismo.

La soberanía política y económica del poder popular constituyente, sólo puede ser ejercida poniendo en marcha un programa de medidas del control y nacionalización del sistema económico financiero, acompañado de una negativa a afrontar el pago de la deuda ilegítima asumida por el Régimen del 78 en el rescate del sistema bancario. Sin un estricto control de capitales y de los activos financieros, integrándolos de manera planificada en un programa de estabilización económica, la viabilidad de la República Democrática se verá seriamente comprometida.

1-Nacionalización del sistema bancario y creación de un banco central soberano. Inmediata salida del marco del euro y puesta en circulación de una nueva moneda nacional con un sistema de paridad respecto al euro.

2-Nacionalización de los sectores económicos estratégicos (energía, transportes, armamento…) y de las grandes empresas, sean de capital estatal o extranjero, con capacidad de establecer precios de transferencia, por su situación oligopólica o monopólica e integración de las mismas en un plan de reestructuración económica.

3-Plan general de reindustrialización, mediante una política de sustitución de importaciones, en el que asumirán importancia estratégica la soberanía energética y la soberanía alimentaria. Una reindustrialización, basada en el desarrollo de las fuerzas productivas en sectores de alto valor añadido como plan de choque para combatir el desempleo y armonizar el desarrollo económico y social en el conjunto del Estado.

4-Consolidación de un sistema económico-financiero mixto, integrando en el mismo a sectores capitalistas que asuman las nuevas condiciones de control y sometimiento a la planificación económica y promoviendo la creación de nuevos sectores de actividad económica, con empresas cooperativas bajo control y gestión de la clase trabajadora y un mercado intervenido con precios mínimos y máximos y control sobre las plusvalías generadas.

5-Derecho y obligación al trabajo y establecimiento de mecanismos de productividad, innovación, eficiencia y racionalización de la actividad económica, mediante mecanismos económicos y extraeconómicos y superación del asistencialismo, como forma de justicia social.

6-Plan general de desarrollo de los entornos rurales, promoviendo la repoblación y la produción agraria, con el objetivo de establecer las condiciones para segurar la soberanía alimentaria, recurriendo a políticas de expropiación de tierras y promoviendo un sistema de cooperativas de producción de la clase trabajadora rural.

7-Desarrollo de un plan de investigación y desarrollo en sistemas de obtención de energía ecológicamente sostenible, con el objetivo de alcanzar la soberanía energética y expansión de las energías renovables.

8-Las relaciones económicas y comerciales con el exterior estarán sometidas al criterio estratégico de la soberanía económica y política del nuevo poder popular. De manera simultánea, los compromisos financieros legítimos con las instituciones internacionales, estarán subordinados a la prioridad de los compromisos de la democracia y los derechos sociales de la República Popular.

Socialismo y euro: crisis e incompatibilidad de intereses capital-trabajo (II)

Publicamos la segunda parte de «socialismo y euro: crisis e incompatibilidad de intereses capital-trabajo» en la que puedes encontrar los siguientes puntos:

El estado: una herramienta de dominación de clase; Grecia y el Gobierno Tsipras, o cómo no hay salida en el marco del euro; política contra euro: soberanía de la clase trabajadora contra hegemonía del bloque dominante.

Si no leíste la primera parte puedes hacerlo aquí:

https://herrigorri.com/2017/08/21/socialismo-y-euro-crisis-e-incompatibilidad-de-intereses-capital-trabajo-i/

Sigue leyendo

Socialismo y euro: crisis e incompatibilidad de intereses capital-trabajo (I)

En esta primera parte de «socialismo y euro: crisis e incompatibilidad de intereses capital-trabajo», de Diego Farpón (militante de Herri Gorri) se pueden leer los siguientes puntos:

La Unión Europea: un imperialismo subordinado; y la necesidad del euro como herramienta para la acumulación capitalista.

Lo que se pretende es demostrar que, al igual que el estado no es reformable, el euro tampoco lo es.

Sigue leyendo

China Capitalista – por Rolando Astarita

Extraido de: https://rolandoastarita.wordpress.com/2011/10/10/china-capitalista/

 

En algunos comentarios al blog se ha suscitado la pregunta de si podemos considerar a China un país capitalista en la actualidad. Mi respuesta es que sí, que estamos frente a un sistema capitalista. Si bien se trata de una economía en transición, y existen muchas formas intermedias, la clave es que de conjunto la economía está sometida a la ley del valor, y que la propiedad capitalista se desarrolla cada vez más libremente. Empiezo repasando brevemente el recorrido de las reformas implementadas desde fines de la década de 1970, para presentar luego algunos datos que apuntalan la idea de que la sociedad china hoy es capitalista.

 

Un inicio “bujarinista”

Las reformas económicas implementadas por el Partido Comunista empezaron en diciembre de 1978 (Mao había muerto en 1976), y se fueron extendiendo y prolongando, siempre en dirección al capitalismo. Al comienzo solo afectaron al campo, y consistieron en permitir a los campesinos vender la producción de sus lotes privados en los mercados. Luego se pasó al llamado “sistema de responsabilidad”, por el cual se entregaba a cada unidad familiar una cierta porción de la tierra colectiva destinada al cultivo de trigo, arroz y productos similares. Los campesinos podían vender, al Estado o en el mercado libre, todo lo que produjeran por encima de ciertos mínimos. De manera que el proceso chino de reforma comenzó como una reedición de la política que se había aplicado en la Rusia soviética a mediados de la década del 20, bajo inspiración de Nicolás Bujarin (cuya obra fue traducida y estudiada en China en los 80). La meta de Bujarin no era volver al capitalismo, sino dar lugar a estímulos de mercado, a fin de aumentar el interés de los campesinos y elevar la productividad. Es que la Revolución de 1917 había entregado la tierra a los campesinos (aunque la propiedad formalmente era del Estado), Rusia se había convertido en un país incluso más “pequeño burgués” que antes de la subida al poder de los bolcheviques, y los campesinos se resistían a avanzar hacia formas colectivas de producción. Por eso Bujarin pensaba que la única forma de aumentar la productividad agrícola -indispensable para abaratar los costos de los insumos para la débil industria soviética- era permitiendo que los campesinos obtuvieran beneficios de sus explotaciones (véase por ejemplo Cohen, 1973). En algún punto, incluso, se atribuyó a Bujarin el haber lanzado el slogan “campesinos enriqueceos”. Por esta vía se estaba dando lugar a las condiciones para una acumulación capitalista. De hecho, en vísperas de la colectivización (realizada a fines de la década), había comenzado a aparecer el trabajo asalariado y una creciente diferenciación social en el agro ruso.

Pues bien, lo que en Rusia fue interrumpido por la colectivización, en China fue continuado y extendido con medidas cada vez más abiertamente favorables al mercado y al capitalismo. Es posible que la crisis económica de fines de los 70 haya creado las bases para que las reformas fueran aceptadas casi sin resistencia. El régimen maoísta había fracasado en su intento de forzar la marcha hacia una economía socialista (el llamado “Gran Salto Adelante”, de los 50) y luego el país había sufrido grandes convulsiones en los 60, cuando la Revolución Cultural. Muchos estudiosos sostienen que el régimen había entrado en un impasse; lo cierto es que las fuerzas de izquierda a fines de la década de 1970 estaban en retroceso y debilitadas, y la reforma se impuso. Además de continuar y profundizar las reformas en el campo, en los 80 la dirección china dispuso que todas empresas debían ser responsables por sus beneficios y pérdidas, y que debían cerrar las que no fueran rentables. También, y más significativo, se establecieron las zonas económicas especiales para que se instalaran empresas extranjeras. En esas zonas las empresas gozaban de fuertes beneficios fiscales, facilidades para enviar beneficios al exterior, y podían explotar mano de obra barata. Y por esos años se comenzó a desarmar la seguridad social. Hasta ese momento las comunas campesinas o las empresas estatales asumían la responsabilidad por los gastos sociales de los trabajadores. No solo aseguraban el trabajo, sino también mantenían guarderías escolares y escuelas, centros para la atención de la salud, garantizaban las pensiones para la jubilación (aunque no en el campo), pagaban los seguros por desempleo, se hacían cargo de los entierros y ayudaban a las viudas o huérfanos. Este sistema comenzó a desmantelarse, y en 1986 se abolió la práctica de garantizar el trabajo de por vida. Sin embargo, es en los 90, luego de la represión del levantamiento de Tienanmen, que se desarrolló la abierta y rápida privatización de empresas del Estado. Desde 1995 hasta 2005 el número de empresas estatales bajó de 118.000 a 50.000. El número de trabajadores empleados por el Estado pasó de 145 millones  (el 80% del empleo urbano) a 75 millones (el 30% del empleo urbano). Entre el 80 y 90% de los despedidos del sector estatal entraron al sector privado, o se establecieron por su cuenta.

 

Una estructura capitalista

Naturalmente, dada la magnitud de los cambios operados, todavía existen en China muchas formas de propiedad que están a medio camino entre la propiedad estatal y la propiedad capitalista plena. Siguiendo a The Economist (véase bibliografía), al día de hoy se pueden distinguir algunos tipos básicos de empresas. Por empezar, están los sectores considerados claves, como banca, energía y teléfonos, en los que el Estado ha retenido la propiedad de las empresas; aunque en algunos casos ha vendido parte de los paquetes accionarios a inversores privados. Son ejemplos las empresas China Construction Bank; China Mobile y China Unicom (telefónicas) y China National Petroleum Corp. Un segundo grupo está conformado por los emprendimientos en común entre capitalistas privados, mayormente extranjeros, y entidades respaldadas por el Estado. Son usuales en ramas importantes, como fabricación de automóviles, logística y agricultura. Las empresas extranjeras aportan tecnología y la parte estatal garantiza el acceso al mercado chino. Ejemplos: Shanghai Volkswagen; Xian-Janssen (biomédica); Denghai (agricultura); DHL-Sinotrans (logística); Ameco (manufactura). En tercer lugar, están las empresas de propiedad privada, aunque con fuertes controles estatales y muy relacionadas con el aparato gubernamental. Ejemplos: BYD; Geely; Chery (automóviles); Goldwind (energía); Huawei (telefónica). Asimismo, está el grupo de empresas que son alimentadas por las inversiones de gobiernos locales; a veces también por capitales que pertenecen a los municipios, y a veces por fondos privados. En este sentido existe una amplia variedad de grados de incidencia e involucramiento estatal, y los límites no siempre están bien definidos. Muchas de estas empresas están dedicadas a la construcción pública. Ejemplos: Shangai Environment Group; Nanhai Development (protección ambiental); Digital China (servicios en tecnología informática); China WLCSP (tecnología en chip).

A pesar de estas muchas formas intermedias, lo central es que hoy domina la relación de explotación capitalista. Incluso las empresas estatales se someten cada vez más a la lógica del mercado y la ganancia (aunque hay matices importantes en sectores), y rigen las leyes de la competencia capitalista. Significativamente, más de las dos terceras partes de los trabajadores son asalariados en el sector privado. En 2004, el empleo en el sector privado representaba las dos terceras partes del empleo urbano total, aunque solo un tercio del empleo formal.

También en el agro se está socavando la propiedad colectiva de la tierra. Es importante tener presente que en China prevalece la pequeña explotación campesina; hay unos 800 millones de campesinos, y el promedio de tierra cultivada por hogar sería de 0,33 hectáreas (Hu Jing, 2008). Muchos de estos campesinos ven amenazadas sus tenencias. Según denuncias de organismos de ayuda internacional, en los últimos años unos 40 millones de campesinos perdieron sus lotes por tomas compulsivas del gobierno, destinadas a satisfacer las demandas de desarrollo urbano. Esto es favorecido porque existe mucha ambigüedad en la definición de los derechos de la propiedad de la tierra en las ciudades, como así también de la propiedad colectiva de la tierra rural. En muchos casos, los burócratas se aprovechan de estos vacíos para apropiarse de terrenos pagando poco, y desarrollar proyectos urbanos de alto valor inmobiliario, o explotaciones agrícolas. Las estadísticas oficiales dicen que entre 1995 y 2002 hubo cerca de un millón de casos de ocupación ilegal de tierras y transacciones, que comprendían 189.000 hectáreas (Lin y Ho, 2005). Lo cual se ha convertido en una de las principales fuentes de corrupción y descontento social. “El Estado ha introducido constantemente cambios institucionales, incluidas repetidas enmiendas a la Constitución, para acomodarse a los intereses del capital privado” (ídem). “Las tendencias emergentes de polarización espacial, y particularmente de clases, fueron el resultado de la mercantilización del trabajo, la tierra y el capital, enraizada y permitida por una alianza emergente entre el capital doméstico e internacional, y la elite burocrática local” (Kwan Lee y Selden, 2007).

La naturaleza capitalista de China también se pone en evidencia en su relación con el capital internacional. Al finalizar el primer trimestre de 2010 China tenía inversiones directas en el exterior por 317.400 millones de dólares e inversiones en carteras por 263.500 millones. La inversión extranjera directa en China era de 1,526 billones de dólares, y la inversión en carteras de 223.100 millones (State Admnistration of Foreign Exchange, SAFE.gov. cn). En 2010 las empresas chinas cerraron 4251 tratados de fusiones y adquisiciones, tanto en el exterior como en el interior, lo que representó un 16% de aumento con respecto a 2009. El total de las transacciones representó un valor de unos 200.000 millones de dólares, un 29% más que en 2009. En términos de las inversiones externas, en 2010 las empresas chinas cerraron 188 tratos de adquisiciones y fusiones, lo que representa un 30% de aumento con respecto al año anterior, y constituye un récord histórico. El total de las transacciones totalizaron 39.000 millones de dólares, contra 30.000 millones en 2009. La Unión Europea, Australia, África y Asia son los principales destinos del capital chino. Pero también EEUU. En 2010 se concretaron 32 acuerdos de fusiones y adquisiciones; en 2009 fueron 21 (Market Watch, The Wall Street Journal, 18/01/11). Se estima que la actividad de fusiones y adquisiciones continuó fuerte en 2011.

 

Consecuencias sociales

A la vista de lo anterior, no es de extrañar que en China hayan aparecido los males típicos de todo modo de producción capitalista, empezando por la desocupación. El desempleo emergió en la década de 1980, pero pasó a primer plano en la siguiente, cuando fueron despedidos millones de trabajadores de las empresas estatales que cerraban. La tasa oficial de desocupación subió del 2,9% en 1995 a 4,2% en 2005; y a 6,1% en 2010. Sin embargo, la cifra real sería mayor. Por empezar, porque muchos de los trabajadores que fueron despedidos de las empresas estatales no son reconocidos como desempleados. Las estadísticas tampoco cuentan a los trabajadores que figuran como empleados en granjas, pero han migrado a las ciudades y están buscando trabajo en éstas; ni a graduados de secundaria o universidades que hayan dejado el colegio hace menos de seis meses. Por eso, si se emplearan estándares internacionales para medir el desempleo, el mismo habría sido, en 2002, del 7,3%; el desempleo en áreas urbanas entre residentes permanentes ese año se habría elevado al 11,1% (Vodopivec y Hahn Tong, 2008). Si bien en 1999 se estableció un sistema de seguro universal urbano por desempleo, el mismo no se cumple en buena medida para los trabajadores del sector privado (Rutte, 2010).

También como resultado de la dinámica del capital se acrecentaron las desigualdades sociales. En los años 70 el Banco Mundial estimaba que el coeficiente Gini en China era 0,33 (más alto el coeficiente significa mayor desigualdad). En 2002 se ubicaba en 0,45 (Li y Luo, 2008). Según la Academia de Ciencias Sociales de China, en 2005 había alcanzado 0,496. Sin embargo la OCDE, utilizando otras estimaciones, sostuvo que en 2005 era 0,45 y que en 2007 había bajado a 0,408 (The Wall Street Journal, 3/02/10). En cualquier caso, estamos ante una diferencia de los ingresos mayor que la existente en los países capitalistas avanzados. Otros datos son reveladores, siempre en el mismo sentido. De acuerdo con Su Hainan, director del Instituto de Estudios del Trabajo y Salarios, del Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social de China, los ingresos de los residentes urbanos son 3,3 veces superiores a los ingresos de los residentes en el campo; los ingresos de los empleados en la industria con salarios más altos son 15 veces superiores a los que tienen ingresos más bajos; los ingresos de los principales directivos de las empresas estatales son 18 veces superiores a los de sus empleados; y en promedio los ingresos de los funcionarios más altos son 128 veces más altos que el salario promedio del país. Li Shi, director del Centro de Investigación sobre Distribución del Ingreso y Pobreza, de la Universidad Normal de Beijing, dice que la diferencia de ingreso entre el 10% más rico y el 10% más pobre era de 23 veces en 2007, contra 7,3 veces en 1988 (Global Times, 10/05/10). Según la lista Hurun, que registra los ricos, en 2011 hay 271 súper millonarios chinos; esto es, gente con más de mil millones de dólares en riqueza. Es el segundo país del mundo, sólo detrás de EEUU (que tiene 400). De acuerdo a Forbes, los súper millonarios chinos serían 115 (y 413 en EEUU). Por otra parte, y según algunos estudios recientes, el uno por ciento de la población controla el 70% de la riqueza; el 80% de la población se considera pobre o de ingresos medios y bajos; de este grupo, el 44% está en la pobreza (School of Social Welfare, University of California, Berkeley). Además, hay amplios sectores en situaciones desesperantes; en particular los ancianos de las zonas rurales sin hijos; y los niños huérfanos, discapacitados o abandonados de las ciudades, que se estiman en varios cientos de miles (Rutten, 2010).

En lo que respecta a las condiciones laborales, son las típicas de cualquier país capitalista en que la acumulación se asiente en una altísima explotación del trabajo. Los salarios son bajos; jornadas de trabajo muy extensas; y hay escasos derechos sociales y sindicales. El caso de Foxconn, la empresa de origen taiwanés que es la mayor empleadora privada de mano de obra en China, es paradigmático. En 2010 los trabajadores de sus plantas en China, recién ingresados, recibían el salario mínimo de 130 dólares, más alojamiento y comida. Aun siendo tan bajos los salarios, era más de lo que se pagaba en promedio en el resto de las empresas. Sin embargo, dado lo extenuante de las jornadas, y lo duro de las condiciones laborales, muchos no resisten, y la rotación de trabajadores es muy alta. Además, en los últimos años hubo una ola de suicidios. De manera regular, los trabajadores de Foxconn están obligados superar las 36 horas semanales de horas extras que son permitidas como máximo en China (The Economist, 27/05/10). Según una investigación realizada por Apple, un tercio de los trabajadores de la planta de Longhua excedía las 60 horas semanales. En el resto de las empresas las cosas funcionan de manera similar. En especial, padecen una alta tasa de explotación los millones de trabajadores que vienen del campo, carentes de papeles y de casi todos los derechos. En 2002 había unos 95 millones de empleados en trabajos urbanos irregulares, sobre un total de 244 millones de trabajadores urbanos. Debe tenerse en cuenta que el empleo informal -comprende autoempleados, microemprendimientos, trabajadores con contratos temporarios, trabajadores domiciliarios y jornaleros- está enteramente en el sector privado, esto es, capitalista. Se estima que el sector informal tiene aproximadamente la mitad de los trabajadores; el empleo informal aumentó desde 32 millones en 1995 a 125 millones en 2004, lo que representaba el 47% del empleo (datos del Banco Mundial).

Por otra parte, la insalubridad y las enfermedades laborales parecen estar extendidas. En 2000 el Ministerio de Salud reconocía que en muchas empresas los dueños “sacrifican la salud de sus trabajadores para hacer dinero” (declaración del vice ministro de Salud, Yin Dakui). La neumoconiosis (una enfermedad mortal, también conocida como el pulmón negro), afectaba a comienzos de los 2000 al menos a 420.000 trabajadores; se consideraba que había matado a 130.000, y se reportaban entre 15.000 y 20.000 casos nuevos por año (People’s Daily, 28/02/00).

El sistema de seguridad social también ha sufrido un cambio considerable. En 1978 la edad de jubilación de las mujeres era 50 años, de los hombres 60, y las jubilaciones cubrían el 78% de los asalariados urbanos. Dado que en campo los ancianos dependían de sus familias, solo el 19% de la fuerza laboral total estaba protegida por la jubilación estatal; pero de todas maneras se trataba de un logro importante para un país atrasado como China. Había habido mejoras en la atención de la salud, campañas masivas de prevención y cuidados, y mejoras en sanidad y agua. Hoy el panorama ha cambiado, y el sistema de seguridad social se asemeja al de cualquier otro país capitalista atrasado. Es que desde la implementación de las reformas, y con la profundización de las desigualdades, el Estado se retiró aún más de los servicios sociales en las zonas rurales, y también desatendió a los trabajadores precarizados, o que pasaron a estar por su cuenta (Rutten, 2010). En consecuencia, se calculaba que en 2002 el 50% de los ancianos de las áreas urbanas, y el 80% de las áreas rurales, no tenían ahorros y dependían de sus hijos o familias para sobrevivir (los hijos están obligados a mantener a los padres). Más del 57% del total de ancianos dependían de sus familiares; un 25% de sus propios ingresos, y solo el 2,2% podía vivir de la seguridad social (Global Action on Aging, Economic Information Daily, 26/06/02). En años más recientes, se calcula que un 40% de la población tiene pensiones, lo que representaría una mejora (Rutten, 2010). Pero aún así, es una cifra muy baja.

Por otra parte, se perpetuó y consolidó la división entre la ciudad y el campo en las mismas ciudades (Rutten, 2010). Es que la amplia mayoría de los trabajadores rurales no están habilitados para tener residencia urbana, por lo cual no pueden reclamar los beneficios del sistema de seguridad social urbano. Muchos trabajadores migrantes retienen por ello los lotes en el campo para sustituir la falta de seguridad social. Además, el sistema de seguridad social chino subraya los derechos de los trabajadores estatales por sobre los derechos de los empleados en el sector privado. Si bien formalmente el seguro para el cuidado básico de la salud cubre a todos los trabajadores urbanos (menos los autoempleados), se considera que la cobertura real de la salud declinó entre 1998 y 2003. En las zonas rurales la situación es aún peor. Paralelamente, se asiste a una creciente privatización de la salud y la educación, tanto porque el Estado dejó de financiar los centros de salud y educativos, como por la aparición lisa y llana de empresas privadas en estos sectores. Por ejemplo, en una entrevista, realizada en 2007, el director de un hospital de Beijing señalaba que el financiamiento del gobierno solo cubría el 2-3% del gasto anual, y que en términos económicos, ya no era un hospital público (Beijing Review, 1/03/07). Muchos casos semejantes han sido denunciados. Como resultado de estas evoluciones, habrían resurgido enfermedades epidémicas, que habían sido desterradas luego de la Revolución (Rutten, 2010). También en educación se han hecho sentir las reformas pro-mercado. Si bien desde 1978 aumentaron significativamente la tasa de alfabetización, y de alumnos en los niveles primario y secundario, también se privatizó en buena medida la enseñanza. A igual de lo que sucede con la salud, el Estado dejó de financiar, y las direcciones de los colegios cobran tarifas cada vez más elevadas; con lo cual muchos también embolsan buenas ganancias. En 2004 se señalaba que la educación había sido la segunda actividad más rentable en China el año anterior (la primera era inmobiliaria), y también una de las más corruptas. “Los beneficios ilegales provienen de los más de 300 millones de niños que dependen de la educación pública primaria y de sus familias que tienen que pagar las tarifas” (The Epoch Times, 2/3/04). Ese año las estadísticas indicaban que China usaba el 1,4% del total de fondos públicos educativos mundiales para sostener el 22,9% de los estudiantes del mundo (China Daily, 15/01/04). El diario agregaba que el número de estudiantes de escuelas pobres estaba aumentando constantemente. En este marco, las escuelas privadas florecen. Según el informe del Banco Mundial de 2002, en 2001 había más de 56.000 escuelas privadas, con más de 9 millones de estudiantes. Por esa época ya estaban funcionando 436 institutos de enseñanza superior privados. En el otro extremo, muchos se quedan afuera. El “Informe sobre la educación y los recursos en capital humano” del Ministerio de Educación, de 2003, señalaba que solo el 18% de la población entre 25 y 64 años había recibido educación secundaria completa, y que el 42% había recibido menos de la educación primaria. Más del 30% de los estudiantes de zonas rurales que estaban habilitados para ir a colegios secundarios, no podían hacerlo.

En conclusión, todo indica que China hoy es un país capitalista. Las leyes del mercado se hacen sentir de forma creciente en todos los rincones. Crecen las contradicciones de clases, junto a la polarización social. Incluso desde el punto de vista ideológico, el PC Chino ha dejado de lado el discurso sobre el socialismo, para enfatizar el aspecto nacional. Su base social son los altos funcionarios que se benefician con los negocios capitalistas, o la administración de las empresas ligadas al Estado, y las nuevas clases medias. Por todo esto, los conflictos entre la inmensa masa explotada, por un lado, y los capitalistas y el gobierno, por el otro, responden cada vez más a la lógica de la lucha de clases, propia de todo modo de producción capitalista.

 

Textos citados:

Cohen, S. F. (1973): Bujarin y la revolución bolchevique, Madrid, Siglo XXI.

Hu Jing (2008): “A Critique of Chongquing’s ‘New Land Reform’”, China Left Review Nª 1, en www.chinaleftreview.org.

Kwan Lee, C. y M. Selden (2007): “China’s Durable Inequality: Legacies of Revolution and Pitfalls of Reform”, The Asian-Pacific Journal: Japan Focus”, en www.japanfocuos.org.

Li, S. y C. Luo (2008): “Growth Pattern, Employment and Income Inequality: What the Experience of Republic of Korea and Taipei, China Reveals to the People’s Republic of China”, Asian Development Review, vol. 25, pp. 100-118.

Rutten, K. (2010): “Social Welfare in China: The role of equity in the transition from egalitarism to capitalism”, Asia Research Centre, CBS, Copenhagen Discussion Papers 32, March.

The Economist: “Capitalism confined”, September 3rd 2011.

Vodopivec, M. y M. Hahn Tong (2008): “China: Improving Unemployment Insurance”, World Bank, Discussion Paper Nº 0820, July.

El gran salto adelante de China: Las ranas occidentales croan su desaliento – por James Petras

Extraido de Rebelión

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

 

Introducción

Desde sus lúgubres pantanos, los académicos y editorialistas de revistas financieras estadounidenses, los «expertos en Asia» de los medios de comunicación de masas y los políticos conservadores y progresistas occidentales croan al unísono el inminente colapso medioambiental chino. Sucesivamente, han proclamado que (1) la economía china está en declive; (2) su deuda es arrolladora y está a punto de estallar su burbuja inmobiliaria; (3) el país está plagado de corrupción y envenenado por la contaminación; y (4) los trabajadores chinos están organizando huelgas paralizadoras y protestas en medio de una creciente represión, como resultado de la explotación y la pronunciada desigualdad de clases. Las ranas financieras croan que China representa una amenaza militar inminente para la seguridad de Estados Unidos y de sus socios asiáticos. Otras ranas saltan de indignación: ¡Los chinos amenazan ahora a todo el universo!

Los «agoreros chinos» que ven la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio han distorsionado sistemáticamente la realidad y fabricado cuentos extravagantes que  en realidad reflejan sus propias sociedades.

A medida que sus falsas afirmaciones son refutadas, las ranas modifican sus cantos: cuando las predicciones de un colapso inminente no se materializaron, retrasaron los pronósticos de su bola de cristal un año o incluso una década. Cuando sus avisos de tendencias sociales, económicas y estructurales negativas resultaron falsos y las cifras seguían siendo positivas, sus ágiles dedos recalibraron la amplitud y profundidad de la crisis, citando «revelaciones» anecdóticas sacadas de una conversación con algún taxista o escuchadas en cualquier aldea.

Como los fracasos anunciados durante mucho tiempo no terminan de materializarse, los expertos «remodelan la información» y se cuestionan la fiabilidad de las estadísticas oficiales chinas.

Y lo peor de todo es que los académicos y los «expertos» occidentales sobre Asia intentan un «intercambio de roles»: Mientras las bases y los navíos de guerra estadounidenses rodean progresivamente a China, los chinos se convierten en agresores y los belicosos imperialistas de EE.UU. se presentan a sí mismos como víctimas gimoteantes.

Este artículo pretende desmontar estas fábulas y esbozar un relato alternativo y más objetivo de la actual realidad política y socioeconómica de China.

 

China: ficción y realidad

Una y otra vez leemos acerca de la economía de salarios bajos de China y la brutal explotación de su mano de obra esclavizada por parte de oligarcas multimillonarios y autoridades políticas corruptas. En realidad, el salario medio del sector manufacturero chino se ha triplicado en los últimos diez años. Los trabajadores chinos perciben salarios muy superiores a los de los países latinoamericanos con una eventual excepción. Los salarios de los operarios de las fábricas chinas se aproximan actualmente a los de los países de movilidad descendente de la Unión Europea (UE). En ese mismo periodo, los regímenes neoliberales, presionados por la UE y EE.UU., han cortado a la mitad los salarios en Grecia y reducido significativamente los ingresos de los trabajadores en Brasil, México y Portugal. Los salarios de los trabajadores en China superan actualmente a los de Argentina, Colombia y Tailandia. Aunque no son altos para los niveles de la UE o EE.UU, en 2015 los salarios chinos se movían en torno a los 3,60 euros la hora, lo que ha mejorado el nivel de vida de cientos de millones de trabajadores. Durante el periodo en que China triplicó el salario de sus trabajadores, los de sus homólogos indios se estancaron a 0,70 la hora y los de los sudafricanos bajaron de 4,30 a 3,60 /hora.

Este espectacular aumento salarial se atribuye en gran medida al aumento de la productividad, fruto de mejoras constantes en la sanidad, educación y formación técnica de los trabajadores, así como a la presión sostenida y organizada de los obreros y de la lucha de clases. La exitosa campaña del presidente Xi Jinping destinada a apartar de su puesto y arrestar a decenas de miles de funcionarios y jefes de fábrica corruptos y explotadores ha promovido el poder de la fuerza laboral. Los obreros chinos están cerrando la brecha con el salario mínimo estadounidense. Al índice de crecimiento actual, la brecha, que se ha estrechado de una décima a una mitad del salario mínimo de EE.UU. en diez años, desaparecerá en un futuro próximo.

China ha dejado de ser exclusivamente una economía de salarios bajos, no especializada, de trabajo intensivo, plantas de ensamblaje y orientada a la exportación. Hoy día, 20.000 escuelas técnicas gradúan a millones de trabajadores cualificados. Factorías de alta tecnología están incorporando la robótica a gran escala para reemplazar a los trabajadores no cualificados. El sector servicios está en pleno crecimiento para absorber la demanda del mercado interno. Al tener que hacer frente a un aumento de la hostilidad política y militar estadounidense, China ha diversificado su mercado de exportación, volviéndose hacia Rusia, la UE, Asia, América Latina y África.

A pesar de estos impresionantes progresos objetivos, el coro de «ranas deshonestas»(1) sigue lanzando profusas predicciones año tras año sobre el deterioro y declive de la economía china. Sus análisis no se ven alterados por el 6,7 % de crecimiento obtenido en PIB en 2016 sino que ¡se aventuran a pronosticar para 2017 un «descenso» del crecimiento hasta el 6,6 % como prueba del inminente colapso! Decididos a no verse disuadidos por la realidad, ¡el coro de ranas de Wall Street celebra animadamente el anuncio del incremento del PIB estadounidense del 1 % al 1,5 %!

China ha reconocido sus graves problemas medioambientales y está a la cabeza de los países a la hora de dedicar recursos (miles de millones de dólares, el 2 % de su PIB) para reducir los gases de efecto invernadero. Sus esfuerzos exceden con creces los de EE.UU. y la UE.

China, como el resto de Asia y Estados Unidos, necesita aumentar enormemente las inversiones destinadas a reconstruir sus infraestructuras decadentes o inexistentes. El gobierno chino es la única de las naciones que ajusta o incluso excede sus crecientes necesidades de transporte, para lo cual destina 800.000 millones de dólares anuales a la construcción de autopistas, líneas de ferrocarril, puertos, aeropuertos, metros y puentes.

Mientras Estados Unidos ha rechazado tratados comerciales y de inversiones multinacionales con once países del Pacífico, China ha promovido y financiado tratados similares con más de 50 estados de Asia y el Pacífico (salvo Japón y EE.UU.), así como otros estados africanos y europeos.

El gobierno chino, bajo la dirección de su presidente Xi Jinping, ha lanzado una eficaz campaña a gran escala contra la corrupción que ha llevado a la detención o destitución de más de 200.000 empresarios y funcionarios, incluyendo algunos multimillonarios y altos cargos del politburó del comité central del PCC. Como resultado de esta campaña de ámbito nacional, la compra de artículos de lujo ha decaído considerablemente. La práctica de la utilización de fondos públicos para cenas exquisitas de doce platos y el ritual de entrega y aceptación de regalos está en decadencia.

Mientras esto ocurre, a pesar de que Trump proponía «drenar la ciénaga» en su campaña política y del exitoso resultado en el referéndum del Brexit, ni en Estados Unidos ni en Reino Unido se ha puesto en marcha nada que se parezca remotamente a la campaña anticorrupción china, a pesar de los informes diarios sobre estafas y fraude que implican a los cien principales bancos del mundo anglo-estadounidense. La campaña anticorrupción china ha podido servir para reducir desigualdades y se ha ganado indudablemente el respaldo de los campesinos y trabajadores chinos.

Los periodistas y académicos que suelen repetir como loros los argumentos de los generales estadounidenses y de la OTAN advierten de que el programa militar chino es una amenaza directa a la seguridad de EE.UU., Asia y el resto del mundo. La amnesia histórica emponzoña a estas ranas cantarinas. Olvidan que, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos invadió y destruyó Corea e Indochina (Vietnam, Laos y Camboya), matando a más de 9 millones de habitantes, tanto civiles como defensores. Estados Unidos invadió, colonizó y neocolonizó Filipinas en los inicios del siglo XX, matando a un millón de habitantes. En la actualidad, continúa expandiendo su red de bases militares para rodear China. Recientemente trasladó potentes misiles nucleares THADD, capaces de atacar ciudades chinas e incluso rusas, a la frontera con Corea del Norte. Estados Unidos es el mayor exportador de armas del mundo, y su producción de armas supera la producción y venta conjunta de los cinco siguientes mayores mercaderes de muerte.

Por el contrario, China no ha atacado, invadido u ocupado unilateralmente ningún país en cientos de años. No ha colocado misiles nucleares en la costa o las fronteras de EE.UU.; de hecho no cuenta con una sola base militar en el extranjero. Sus propias bases militares, en el mar meridional de China, tienen la función de proteger sus principales rutas marítimas de los piratas y de la armada estadounidense, cuyas provocaciones aumentan progresivamente. El presupuesto militar chino, que tiene previsto un incremento del 7 % en 2017, sigue siendo inferior a una cuarta parte del estadounidense.

Por su parte, Estados Unidos promueve alianzas militares agresivas, apunta sus radares y misiles guiados por satélite hacia China, Irán y Rusia y amenaza con arrasar Corea del Norte. El programa militar chino siempre ha sido, y continúa siendo, defensivo. Su aumento se basa en la necesidad de responder a las provocaciones de EE.UU. El avance imperial chino está basado en su estrategia de mercado global mientras que Washington continúa implementando una estrategia imperial militarista, diseñada para imponer la dominación global por la fuerza.

 

Conclusión

Las ranas de la intelligentsia llevan tiempo croando con fuerza. Se pavonean y posan como si fueran los mejores atrapamoscas del mundo, pero no producen nada creíble en términos de análisis objetivos.

China tiene numerosos problemas sociales, económicos y estructurales, pero se enfrenta a ellos sistemáticamente. Los chinos están comprometidos con la mejora de su sociedad, su economía y su sistema político en sus propios términos. Intentan resolver problemas tremendamente complicados al tiempo que se niegan a sacrificar la soberanía nacional y el bienestar de su pueblo.

La política oficial estadounidense para enfrentarse a China como competidor capitalista mundial se basa en rodearla con bases militares y amenazar con perturbar su economía. Como parte de esta estrategia, los medios de comunicación y los supuestos «expertos» occidentales magnifican los problemas de China y minimizan los suyos propios.

A diferencia de China, Estados Unidos se complace con obtener un crecimiento anual inferior al 2%. Los salarios llevan decenios estancados; el salario real y el nivel de vida se reducen. Los costes de la educación y la sanidad se disparan al tiempo que la calidad de esos servicios vitales cae espectacularmente. Aumentan los costes, el desempleo y el índice de suicidios y de mortalidad de la clase trabajadora. Es absolutamente crucial que Occidente reconozca los impresionantes avances de China si desea aprender, copiar y fomentar un modelo similar de crecimiento y equidad. Es esencial que China y Estados Unidos cooperen para promover la paz y la justicia en Asia.

Desgraciadamente, el anterior presidente, Obama, y el actual presidente, Donald Trump, han escogido la vía de la confrontación y la agresión militar. Los dos mandatos de Obama muestran un historial de guerras fallidas, crisis financieras, aumento de la población penal y descenso del nivel de vida nacional. Pero todo el ruido que crean esas ranas, croando al unísono, no cambiará el mundo real.

 

Notas

1: El autor utiliza la expresión «crooked croakers» (croadores deshonestos) para hacer un  juegofonético imposible de recrear en castellano.

El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se nombre al autor, al traductor y a Rebelión como fuente del mismo.